La discapacidad y la familia
El nacimiento de un hijo(a) con discapacidad genera sentimientos de culpa, negación, enojo, separación, aislamiento y dolor, así como múltiples efectos colaterales en diferentes ámbitos de la vida.
A continuación, algunos de los principales conflictos que se presentan son:
- Problemas con el cónyuge: dependiendo de la madurez de la pareja, esta puede salir mayormente fortalecida o bien separarse por motivos irreconciliables.
- La economía: Se dedica gran parte de los ingresos económicos a especialistas, tratamientos, terapias y todo aquello que ayude al desarrollo de habilidades del hijo(a), por lo que se genera estrés y discusiones.
- Distanciamiento y falta de comunicación: regularmente uno de los padres es el que se encarga de llevarlo a las terapias, a la escuela, especialista, etc., debido a que la el otro se dedica a trabajar. Es ahí donde surge el sentimiento de incomprensión, ya que no se dan el tiempo de dialogar y compartir sus emociones, la necesidad que tienen, saberse escuchar con atención genuina y compasiva. Cuando se tiene más hijos, es este el que asume el rol de salvador para sostener a estos padres, a los que les demuestra con madurez, responsabilidad y alto rendimiento su valor para ser visto.
- Duelo no resuelto: La discapacidad deja al descubierto las heridas emocionales como tesoros bien guardados que se desbordan cotidianamente por el duelo del hijo que esperaban, ya sea por la ilusión de los padres o los familiares cercanos.
- Red de apoyo inconsistente: la familia no cuenta o es muy pobre la participación de las personas cercanas, por lo que la ayuda se limita a la pareja, generando cansancio físico y emocional extremo. Tampoco existe un vínculo afectivo que nutra y de apoyo en los momentos importantes.
Puede ser que las dificultades a las que se enfrentan las madres y padres de familia sean muchas más que las descritas aquí. Lo que quiero resaltar es que la magnitud de las situaciones dependerá de las habilidades que estén dispuestos a desarrollar, los conflictos que se dispongan a solucionar, la gestión de acuerdos, los puntos de encuentro, el reconocimiento de egos y la valoración de la esencia de cada uno desde el respeto mutuo.
No olvidemos que cuando es necesario hay que acercarse a grupos de madres y padres que viven una situación de vida similar a la tuya, compartiendo experiencias puedes crecer acompañado. (Grupo de apoyo emocional “Camino y esperanza”).
Psc. Maira Germán
Educación continua