Amor y firmeza parte 2
Ser benévolo como padre es bueno, sólo que cuando la balanza se inclina hacia esta parte es fácil perderse y no establecer reglas ni límites en casa.
La benevolencia sin firmeza nos lleva a lo siguiente:
- En el presente: hijos (as) con problemas para relacionarse con otras personas, exigentes, caprichosos, berrinchudos, golpeadores, chantajistas, entre otros aspectos.
- En el futuro: personas que no podrán enfrentar ni resolver problemas por si solos, sin tolerancia a la frustración, irresponsables, sin capacidad de análisis, poco empáticos, viviendo con los padres, sin oficio ni beneficio, frustrados porque el mundo es diferente a la burbuja de libertad de casa.
Tu hijo(a) tendrá que salir en algún momento del nido benevolente y al no tener límites para convivir con otras personas, es cuando se “topará con pared”; ya que los demás no están a sus pies para cumplir todo lo que la “princesa”, “papi”, “mami”, “rey” o “reina” de mamá y papá quieran.
Al ponerle límites le das herramientas para enfrentar la vida, tomar decisiones e ir madurando, pero sobre todo, lo estás educando para la vida.
Los extremos nunca son buenos, como ya vimos en el boletín anterior, la firmeza sin benevolencia trae graves consecuencias, al igual que la benevolencia sin firmeza.
Buscar el equilibrio está en tus manos.