Educación al 2 por 1
Educar no es tarea sencilla. Sí, educar requiere de mucha paciencia, demanda tiempo y se necesitan objetivos claros a los cuales se quiere llegar con esta tarea.
Siempre se gira el foco de atención a un aula de clase cuando escuchamos la palabra “educar”, o bien, en algunas otras, se voltea a ver por unos momentos al hogar de quien es educado.
Todos conocemos la situación por la que nos hemos visto obligados a pasar, con la necesidad de tener que mandar nuestra cotidianeidad a las cuatro paredes por un virus que, a la fecha, parece que nos sigue hostigando. Y así, con este cambio en nuestra rutina, también cambió la manera de educar.
La educación a distancia vino a dejar entrever la necesidad de profesionales interesados en su labor docente, pero también de padres, madres y/o tutores comprometidos con el desarrollo de los niños y niñas de quienes son responsables.
Tomar clase a través de una pantalla o siguiendo un programa de televisión con los contenidos de acuerdo a su grado escolar, es algo que quizá ningún niño o niña esperaba vivir a su corta edad, y menos siendo alguien que comenzara con su vida académica en un preescolar o una primaria. El tener que adaptar un espacio en el hogar para que reemplazara un salón de clases, enviar las tareas por medio de redes sociales para que fueran corregidas por el docente, entre otras labores, jamás hubiese sido posible sin el compromiso de ustedes.
Este texto es dedicado para los docentes que nos han enseñado que su vocación traspasa las cuatro paredes y se escribe con letras mayúsculas más allá de un pizarrón; y para los padres, madres (sobre todo ellas) y tutores que han pasado por esta labor de tener que educar al 2 por 1. Es un reconocimiento porque muchos docentes también tienen hijos y han tenido que partirse en dos para cumplir con los objetivos que este trabajo demanda y, muchos padres y madres no conocían de manera directa los contenidos que los niños debían consolidar, pero han aprendido también a adaptarse en este cambio que nadie esperaba y mucho menos quería, siendo auxiliares de los docentes de sus hijos e hijas.
Estas palabras son un aplauso que quizá no dimensiona la magnitud, pero que intenta decirles que aunque parece que no los ven y nadie los reconoce, nosotros colocamos en su frente una enorme y merecida estrella.
En unos años más esto será una anécdota triste qué contar, porque hemos pasado por momentos complicados pero, cuando se tenga que rescatar algo de ella, les aseguramos que ustedes ocuparán un lugar en el podio. Los docentes y los padres y madres de familia tendrán por siempre nuestro reconocimiento porque muchas actividades se detuvieron, pero la educación continuó aunque el camino fuese distinto.