Pérdida auditiva en la niñez

Según datos de la OMS, el 60% de los casos de pérdida de audición en la niñez se pueden prevenir y cuando es inevitable se puede contribuir desde edades tempranas a minimizar sus efectos y el desarrollo de una discapacidad.

La audición en un sentido indispensable para el desarrollo del lenguaje, para el aprendizaje y la interacción social. La pérdida auditiva no detectada a tiempo o no tratada puede generar dificultades para el desarrollo de habilidades y la participación social de niñas y niños. Por esta razón es importante detectar anomalías en el desarrollo auditivo desde la niñez temprana y proporcionar la atención necesaria, ya sea rehabilitación, educación o potenciación de habilidades. La adquisición del lenguaje es una de las áreas más afectadas cuando existe una pérdida de audición, esto también puede tener consecuencias futuras en el aprendizaje, el desarrollo psicológico, emocional, la autoestima y la autonomía. 

Algunos factores que determinan las repercusiones de la pérdida de audición son los siguientes: 

Edad de aparición: El impacto de la pérdida auditiva es mayor cuando se adquiere antes del nacimiento y durante los primeros meses de vida.

Grado de pérdida: Puede ser ligero, moderado, intenso o profundo.

Edad de detección e intervención: Cuanto más temprano sea el diagnóstico y la intervención, más oportunidades de tratamiento puede haber para las niñas y niños y existen más posibilidades de desarrollar el lenguaje oral. 

Entorno: En acceso a los servicios, a la información y a los tratamientos como la rehabilitación, el uso de tecnologías, lengua de señas y la educación especial determina en gran medida las posibilidades de participación de las niñas y niños con pérdida auditiva. El apoyo de la familia y la sociedad son básicos para brindar las herramientas necesarias y oportunas para facilitar su integración social y desarrollo pleno.