La marcha y el uso de andadores en bebés

Muchos padres piensan que los andadores ayudarán al bebé a caminar más pronto y que esto es positivo en su desarrollo, ya que este dispositivo, tiempo atrás, se consideraba seguro y estimulante. Lo cierto es que los andadores limitan el desarrollo natural que el niño debe seguir y, además, son una causa muy frecuente de accidentes en menores de 1 año.

El uso del andador puede retrasar la función motora del bebé, por ejemplo, hacer que el pequeño camine hacia los costado en vez de caminar hacia el frente. Además, su uso no motiva al bebé a utilizar sus brazos para conseguir equilibrarse, algo que es muy necesario al momento de caminar. Por último, no permite que el niño vea sus piernas moverse debajo de él y, por lo tanto, no sea consciente de su desplazamiento.

Se acostumbra colocar al bebé en andador o andadera a una edad en la que su cuerpo no está preparado para mantenerse de pie. Esto ocasiona que el pequeño sea expuesto a deformaciones en las articulaciones y huesos de las piernas, ya que sus músculos y huesos aún no están preparados para soportar el peso del niño en esta posición.

Por otra parte, el desarrollo motor del bebé es un proceso complejo y multifactorial en el que la marcha representa un momento cumbre y de gran importancia en el desarrollo. Aquí, interviene principalmente el sistema nervioso del bebé, es decir, su cerebro y otras estructuras. Durante las primeras etapas de vida el cerebro requiere de múltiples estímulos para lograr, etapa tras etapa, alcanzar la madurez necesaria que requiere una persona para pararse y dar sus primeros pasos.

La mejor manera de enseñar a un niño a caminar es darle la oportunidad de que lo logre por sí mismo. Para ello el bebé aprenderá a sostener su cabeza, a arrastrarse, gatear, levantarse agarrándose de los muebles o de la mano de sus cuidadores y posteriormente caminará.

Actualmente, gracias al conocimiento que tenemos a nuestra disposición acerca del desarrollo y salud infantil, es posible que conozcamos los pros y contras de muchas prácticas de crianza empleadas en generaciones anteriores a la nuestra. Esto nos permite replantearnos las decisiones tomadas referentes a la educación y cuidado de nuestros hijos, y la mejor forma de hacerlo es a través de la autoeducación consciente y responsable, siempre eligiendo información transmitida por profesionales especialistas en la materia.