El maestro, sembrador de esperanza
Ser maestro, una gran vocación vivida desde la esperanza.
Esta es una historia que me contaron hace algunos años cuando en un grupo de jóvenes universitarios pregunté: ¿Quién inspiro tú vida? Y las respuestas fueron variadas, elegí contar una que me pareció hermosa.
La maestra Lupita llegó a una escuela rural, donde había una niña desmotivada, con muchas etiquetas negativas a cuestas y que nunca se imaginó que una maestra cambiaría su vida. La maestra utilizó un lenguaje transformador todos los días: “qué hermosa estás”, “te felicito por tu esfuerzo”, “tú puedes con esto”, “¿cómo te sientes?”, “te veo muy feliz”, “sueña”, “esfuérzate”, “gracias por ayudar”, “valoro tu participación”, “soy feliz que seas mi alumna”, entre otras palabras y acciones.
Con esa semilla de esperanza la pequeña terminó la secundaria, en esa comunidad todos llegaban hasta ese logro, pero ella quiso más, recordando las palabras de su maestra.
La familia se opuso ya que tenía que quedarse para cuidar de sus padres por ser la menor, casarse y tener hijos. Aún con la amenaza de perderlo todo, decidió con solo 13 años irse de su comunidad para cumplir su sueño dejando a su familia, la cual no volvió a ver, hasta el día del último semestre de la carrera de Comercio Internacional.
Sin duda una historia como pocas, cada lector tendrá su conclusión, la mía es que todo lo que haces y dices tiene un efecto y en nuestras manos está elegir el mejor y el más esperanzador.
Frase para practicar: “Siembro esperanza con palabra y acciones”.