¿Sabías que también heredamos las emociones?
En las familias no solo compartimos rasgos físicos, historias y creencias, sino también emociones. Las emociones son parte de nuestra herencia, algo que llevamos con nosotros desde nuestro nacimiento y que hemos adquirido de nuestros antepasados sin quererlo. Es curioso cómo la forma en que experimentamos y vivimos nuestras emociones en la actualidad se asemeja a cómo las experimentaron nuestros antepasados en generaciones pasadas.
Cuando hablamos de herencia emocional, no significa que actuaremos exactamente como nuestros padres lo hicieron, sino que estamos predispuestos a comportarnos de cierta manera.
La epigenética ha revelado recientemente que heredamos cambios genéticos asociados a los traumas que nuestros padres y abuelos experimentaron. Esto significa que cuando enfrentamos una experiencia traumática, nuestro cuerpo experimenta cambios fisiológicos destinados a lidiar con el estrés asociado a esa experiencia.
Estos cambios adaptativos pueden ser transmitidos a nuestras hijas, hijos y nietos, de manera que estén biológicamente preparados para enfrentar traumas similares en el futuro. Por ejemplo, si nuestros abuelos vivieron en un país devastado por la guerra, con bombardeos constantes y muertes, es lógico que nos hayan transmitido una predisposición emocional para sobrevivir, como estar constantemente alerta, tener reflejos rápidos frente a ruidos fuertes y otras respuestas de protección.
Estas habilidades podrían ser útiles si viviéramos actualmente en un ambiente hostil. Sin embargo, en un entorno seguro en el que esta herencia no encaja con el contexto, la sensación constante de inseguridad y la capacidad de anticipar y rastrear peligros pueden resultar disfuncionales y causarnos gran malestar.
Por lo tanto, es cierto que el dolor, el miedo y el sufrimiento de nuestros padres, abuelos y ancestros pueden convertirse en nuestro propio legado emocional, perpetuándose en nuestra familia.
¿Qué puedo hacer cómo madre o padre para no perpetuar este legado en las siguientes generaciones?
Si como padre o madre quieres evitar perpetuar el legado emocional en las siguientes generaciones, puedes seguir estos consejos:
Primero, toma conciencia de tu propia herencia emocional. Entiende que posees información emocional que puede no tener mucho sentido para ti, pero que quizás sí la tuvo para tus ancestros.
Segundo, investiga en tu árbol genealógico y trata de sanar tus propias heridas familiares, o al menos, hacerlas conscientes para ti.
Tercero, cuida mucho tu estado emocional, sobre todo durante los primeros años de tus hijos, ya que esto influirá en su futuro.
Cuarto, habla con tus hijos de forma delicada sobre las experiencias traumáticas vividas en la familia. Sé sincero con ellos acerca de tu propia historia y la de tu familia, antes de que existieran. Compartir tu historia familiar puede ser de gran alivio para tus hijos, quienes tal vez estén cargando con una herencia emocional que no comprenden.