LA ATENCIÓN EXCESIVA

De alguna manera los niños(as), ya sea en casa o en la escuela, tienen una gran necesidad de llamar la atención; lo malo es cuando esta atención es excesiva o nula, porque es cuando surgen los grandes conflictos de conducta que vuelven locos a los padres de familia y a los maestros.

Lo esencial aquí es revisar, desde cada rol, qué se está haciendo o dejando de hacer con ese niño(a) para que esté presentando una conducta que desespera, irrita o desestabiliza la armonía de quienes conviven con él (ella).

Jane Nelsen, en su libro Disciplina positiva (2006), menciona que los niños tienen metas equivocadas, alimentadas por los sentimientos y reacciones de quienes están a su cuidado. Una de ellas es la atención excesiva, a la cual los padres responden con fastidio, irritabilidad, preocupación o sintiéndose culpables; esto lleva al niño a detenerse momentáneamente y más tarde retomar la misma conducta u otra. También ocasiona que el niño(a) sienta que no pertenece, solamente cuando notan su presencia o cuando obtiene un servicio especial. En este caso, es necesario poner a hacer algo útil al niño(a), hacerle saber que lo amas y te interesas por lo que le sucede. Debes decir las cosas una sola vez y actuar, establecer rutinas en casa, o en el salón de clases, y establecer señales no verbales.

Frases para practicar:

“Soy firme y afectuoso ante la conducta del niño(a)”